miércoles, 19 de diciembre de 2007

La Busquedad de la Humildad

Hace muchos años, vivía un hombre que era capaz de amar y perdonar a todo el que se cruzara en su camino. por esta razón, Dios envió a un ángel para que conversara con él.

-Dios me ha pedido que venga a a visitarte y te comunique que Él quiere recompensarte por tu bondad -dijo el ángel-. sea cual sea la gracia que pidas, te será concedida. ¿Te gustaría tener el don de sanar?.


-De ninguna manera -respondió el hombre-. prefiero que sea el propio Dios quien seleccione a los que deben ser sanados.


-¿Y qué me dices de conducir a los pecadores a el camino de la verdad?.


-Eso es un trabajo para ángeles como tu. Yo no quiero que nadie me venere ni que me señalen como ejemplo todo el tiempo.


-Yo no puedo volver al cielo sin haberte concedido un milagro. Si tú no eliges, te verás obligado aceptar uno.


El hombre reflexiono un poco, y respondió finalmente:


En este caso, lo que deseo es que se haga el bien a través de mí, sin que nadie se de cuenta, ni yo mismo, que en caso contrario podría pecar en vanidad.


Y entonces el ángel hizo que la sombra de aquel hombre tuviese el don de sanar, pero sólo cuando el sol le diese en el rostro. De esta manera, allí por donde pasase, los enfermos sanaban, la tierra volvía a ser fertil, y las personas tristes recuperaban la alegría.


Este hombre camino durante años por la Tierra, sin llegar nunca a darse cuenta de los milagros que su sombra realizaba a sus espaldas cuando tenía el sol enfrente. Así logró vivir y morir sin ser consciente de su propia santidad.



Pablo Coehlo...