martes, 22 de abril de 2008

ENTRE UN HOLA Y UN ADIÓS

 Estuve en el transcurso de la semana escuchando a  el gran
Joan Manuel Serrat , no sé tal vez aliviando un poco al cerebro
de pensamientos pesados; y pienso que él es uno de los pocos
artistas que logran ese efecto de relax en la gente, sus canciones
hablan de la vida cotidiana, hablan de cosas que le pueden pasar
a la gente común, de cosas sin sentido, o mucho sentido para otros,
de amor, desamor, cariño, tristezas y de un sin de sensaciones que
podemos llegar a tener nosotros los humanos, esta canción se la
hice escuchar a un amigo
(detractor del estilo musical de Serrat),
que había visto a una amiga mutua, su gran amor de adolescencia
y me contó que sintió lo mismo que la última vez que hablo con ella,
pues para su propia sorpresa, le encanta la canción y hasta
me obligo a darle una copia de las canción, claro que se la dí
pero con la condición que escuchara también las siguientes
"Es Caprichoso", "Poema de Amor"
,"Dondequiera Que Estes"
como un pequeño ejemplo de las cosas que pueden pasar y no
te das de cuenta hasta que las escuchas en la voz de alguien más.


ENTRE UN "HOLA" Y UN "ADIÓS"
       Te sienta bien el otoño, qué gusto volverte a ver
      ¿me recuerdas? Soy el plomo que por el setenta y tres
      investigó tus costumbres y registró tu intimidad
      para coincidir contigo como por casualidad.

      Aquél que cuando la tarde amenazaba llover
      te esperaba con el alma prendida de un alfiler
      para abrirte su paraguas y con él su corazón.
      El que te decía "hola" y al que decías "adiós".

      Cuántos metros soñolientos no habré dejado escapar
      para atravesar contigo las tripas de esta ciudad.
      Para volar en tu enjambre, por tener algo en común,
      me amigué con tus amigos, conservo algunos aún.

      Vencí el vértigo a las cumbres por llegar a tu nivel
      y por rozarte el vestido hacía cualquier papel.
      Cuántas volteretas vanas para llamar tu atención,
      sólo por decirte "hola" y oírte decir "adiós".

      Me halaga que me recuerdes como tu primer amor
      aunque, tal vez, me confundes con algún otro señor.
      Soy el que hacía la cola para cederte la vez,
      quien por ofrecerte agua cruzó desiertos a pie.

      El que ponía los discos cuando querías bailar
      y por más que a largué los brazos nunca te llegué a tocar.
      El que guarda tu recuerdo como un regalo de Dios
      en el libro de los sueños entre un "hola" y un "adiós".


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